Venia trabajando en el cambio. Respirar profundo, empezar a soltar toda la mierda que me hace mal y me complica la cabeza. Pensar en mi, dedicarme a mi, no dejar que me afecte todo. Preocuparme simplemente por lo que realmente vale la pena, y dejar pasar lo demás.
Estaba contenta. Venia bárbaro. Las cosas empezaban a ser tal cual yo quería. Por primera vez en mi vida, creía que había encontrado el camino. Le estaba ganando a esa yo que no soporto.
Hasta ayer.
Toda la paz, se fue al diablo.
Me pregunto porque hay gente que es tan desubicada e irrespetuosa. Esa gente que preferís perder que encontrar. Y lo peor, es cuando esa gente, es parte de tu familia.
Me dicen que no me meta. No, no es mi intención meterme. Para nada. Simplemente busco que se respete. A mi, y a los demás. Somos gente grande. Los problemas se arreglan puertas adentro. No se publican en Facebook, donde toda la familia, los amigos, y los compañeros de trabajo lo ven.
¿Estas buscando lastima? El papel de víctima no te queda ni un poquito. Te conozco hace años ya, me vengo bancando tus locuras, haciéndole de psicóloga a mi viejo para que aguante, solo por el y por los chicos. Pero esto fue la gota que rebalso el vaso. Esto no te lo voy a tolerar. Y no te vengas a hacer la ofendida ahora. Y mucho menos la víctima...
Inventaste lo que te convenía. Armaste una tormenta en un vaso de agua. Te metiste con mi familia.
Dijiste que te sentías de cierta manera, y que no sabias que hacer. Y lo hiciste públicamente.
No te creo, pero si realmente fue así, cosa que dudo, por lo que vengo soportando desde hace mas de un año, solo puedo decirte esto:
Quizás ahora entiendas lo que sintió mi vieja hace 12 años.
Todo se paga en esta vida.
Hasta acá llegó mi paciencia. A partir de ahora,
para mi, no existís.